Profesor Titular Regular
Arquitectura FADU/UBA
Por primera vez, en casi veinte años, Horacio Baliero (Bucho) no estuvo en la firma de libretas de su multitudinaria cátedra de Arquitectura de la UBA. Estaba peleando contra una enfermedad terminal que no le dio tregua hasta el jueves 26 de febrero de 2004, fecha en que murió. Con su desaparición, la arquitectura perdió a uno de sus grandes maestros, pero no su ideario, el cual se encargó de marcar a fuego entre muchos de sus seguidores.
“Hacer de lo estrictamente necesario, un hecho estético”, es quizás la frase que mejor condensa el pensamiento de este arquitecto de 76 años, que ejerció su profesión con un fuerte compromiso ético y social hasta el último día. Nunca lo sedujeron los espacios espectaculares. El prefirió diseñar simplemente lugares para la vida. Porque el centro de sus preocupaciones no fue la invención formal, sino dar respuestas a las necesidades reales. Las que propone el destinatario de la obra y las que pide la naturaleza del lugar en que se sitúa, su luz y su clima.
Por eso se enojaba con esa tendencia arquitectónica porteña conocida como Escuela de Buenos Aires que intenta reducir la arquitectura a una única idea, la “idea de partido”. Y que suele construir la arquitectura con metáforas extra arquitectónicas. “Si se puede decir vaca...”, decía citando a Jorge Luis Borges “por qué decir mamífero rumiante que da leche y hace muuh”.
Vivió de cruzada en cruzada. Desde la revista Nueva Visión y el grupo OAM (Organización de Arquitectura Moderna) trató de difundir en los años 50 la arquitectura moderna. La casa Polledo fue su primera obra junto a Eduardo Polledo y “Chiquita” Cazzaniga, cuando todavía no era arquitecto.
Allí se animó a invertir la organización de la casa. Arriba puso el estar para ganar las mejores visuales, abajo losdormitorios. Pero los proyectos por los cuales ganó la admiración de sus contemporáneos fueron las propuestas ganadoras para dos importantes concursos que realizó junto a Carmen Córdova: el Cementerio Parque de Mar del Plata (1963) y el Colegio Mayor Nuestra Señora de Luján en Madrid (1964), una obra que ya ha pasado a formar parte del patrimonio de la arquitectura española
También realizó numerosos departamentos y, junto a Ernesto Katzenstein y otros arquitectos, una serie de obras ladrilleras: el Parque Industrial Oks, en Pilar (1977) y las sucursales para el Banco Galicia (1975/80). Con estas obras acuñó otra de sus frases célebres: “el ladrillo no paga royalties”, todo un manifiesto sobre cómo pensar la tecnología a la hora de proyectar y construir.
En los años 80 cargó contra el Postmodernismo y contra esa suerte de proyectos que amparados en formalismos o historicismos dejaban de lado temas básicos de la arquitectura. Sus detractores lo acusaron de “funcionalista” porque lo primero que miraba en un proyecto era la resolución de un baño, la escalera o la vivienda del encargado. Y él retrucaba implacable: “si esto está mal, está todo mal”. Es que la arquitectura se construye con estos elementos objetivos. Y diseñados con talento pueden construir lugares útiles y llenos de poesía.
Otra de sus cruzadas fue por la recuperación del río. Desde las páginas del suplemento de Arquitectura de Clarín y con trabajos de alumnos en su cátedra luchó para que la costa porteña volviera a ser un lugar para el disfrute de todos y no de unos pocos.
Tal vez lo más impresionante de Bucho Baliero fue haber reunido dos cualidades tan poco frecuentes: un discurso seductor, profundo e inteligente, con la belleza de sus dibujos y su arquitectura. Pero ante todo, lo más importante fue queera una persona entrañable, de una calidad humana excepcional.
*La primera versión de esta nota fue publicada en ARQ, Diario de Arquitectura de Clarín el 1-03-2004, a días del fallecimiento de Horacio Baliero.
“La arquitectura es hacer de lo necesario algo bello. Solo con lo estrictamente necesario”.
Bucho Baliero, arquitectura desde el margen” es un capítulo del programa Crónicas Urbanas que se emitió por Canal (á) en 2015 dedicado a revisar el pensamiento y las obras de Bucho. Fue realizado y conducido por Berto González Montaner. Tiene testimonios de los profesores de la cátedra Esteban Urdampilleta, Daniel Rizzo, Fernando Jaime y Ariel Bartolini.
Bucho fue desde sus primeros años en la facultad, un referente de sus contemporáneos. A la izquierda con sus colegas del grupo OAM desde donde impulsó la Arquitectura Moderna en nuestro país. Y a la izquierda en una “enchinchada” con Rafael Iglesia, Gerardo Caballero, entre otros.