La Propuesta.

La enseñanza de arquitectura y ciudad en el taller

Por Berto González
Montaner.

Profesor Titular Regular
Arquitectura FADU/UBA

Sinopsis
En la cátedra Berto González Montaner, ex Taller Baliero acompañamos al estudiante a convertirse en arquitecto, con todas las habilidades prácticas y criticas necesarias para un buen ejercicio profesional. El cuerpo docente entrena en las técnicas de proyecto, con el fin de crear edificios (en el sentido más genérico) que sean correctos, que funcionen bien, que sean construibles sin dificultad, que sean respetuosos del medio cultural, natural y del artificial. Y que además de todo tengan voluntad de belleza. O como decía Bucho Baliero “de lo que se trata es de convertir lo necesario en algo bello, en arquitectura”.

El contexto
Los arquitectos y urbanistas del mundo están conmocionados por el vertiginoso proceso de urbanización. A principio del siglo pasado solo el 5% de la población era urbana, hoy con más de 7.000 millones de habitantes, ya viven en ciudades el 50%. Se espera que para los próximos 30, 35 años seamos más de 9.000 millones de personas de las cuales el 70 % seremos urbanos. El director ejecutivo de ONU-Hábitat y ex alcalde de Barcelona, Dr. Joan Clos sentencia: “En los próximos 40 a 50 años estaremos a punto de doblar la población urbana… La mayoría de los humanos nos estamos convirtiendo en urbanitas”. ¡Vaya noticia! Ese es el pronóstico a nivel mundial… ¿Y por casa cómo andamos? El último censo, del 2010, concluyó que ya más del 90 % de la población en la Argentina vive en ciudades. Asi que nosotros ya tenemos acá esta “papa caliente”, que además cuenta entre sus ingredientes con un alarmante déficit de vivienda, unos 3 millones de unidades. Es decir, un drama que afecta a 1/4 de nuestra población. El maestro Eduardo Sacriste solía asegurar que la ciudad y el lenguaje son los inventos más sofisticados que creó la humanidad. Imaginen por un segundo el planeta Tierra sin nada y hoy colonizada por sofisticadas ciudades que podrían haber sido como son o de muchas otras maneras, no por consecuencia natural sino por la intervención más o menos acertada del hombre. De lo que se trata entonces frente a estos escenarios es de seguir inventando y reinventando ciudad. Una misión fundamentalmente de arquitectos y urbanistas. Hace unos 20 años cuando estuvo en Buenos Aires Norman Foster aseveró que “el 75 % de la energía del planeta lo consume el 25% de la población mundial. Y que de esa energía, la 1/2 la consumen los edificios. Pero a su vez esto se ve agravado con la extensión de las ciudades como mancha de aceite. Como asegura Clos, la tendencia natural a la dispersión es insostenible. Porque el aumento de la dispersión urbana produce, entre otras consecuencias, un aumento de los costos de los servicios urbanos (la misma obra de alumbrado o alcantarillado se prorratea entre menos gente). Pero también inevitablemente genera el incremento del uso de automóvil, la consecuente contaminación ambiental y el efecto invernadero. Las ciudades menos densas consumen más energía. Y para extenderse lo hacen con el agravante de reconvertir tierras cultivables en tierras urbanas, cuando justamente los alimentos serán clave en el mundo que viene. Entonces si el modelo más ecológico y sustentable pasa por la Ciudad densa, debemos ver cómo las diseñamos para que no vivamos hacinados, para que no vivamos amontonados. Como decía Clos la ciudad debe ser un artefacto bien diseñado. El desafío que tenemos es cómo las hacemos más funcionales, ambientalmente sanas y bellas… Para que siga valiendo la pena vivir en ellas.

La propuesta
La idea es entrenarnos en el taller para poder afrontar estos desafíos de la contemporaneidad.
El filósofo alemán Walter Benjamin diferenciaba entre el Oficio y la Ideología. Los docentes tenemos responsabilidad en ambos temas, para lograr una buena formación universitaria. La primera es específica e indelegable de la formación del taller. Es la herramienta básica que debe tener el futuro profesional. Es enseñar a “escribir bien” y claro está que “escritura” no es lo mismo que “literatura”.
La segunda, es un camino más amplio, más intangible, más subjetivo. Son esas reflexiones, que muchas veces escapan al campo específico del ejercicio puntual, que son del campo político, del campo social, o de la vida misma, que nos hacen más comprometidos socialmente, más solidarios, mejores personas y eso nos ayuda a ser mejores arquitectos.
En el medio, entre Oficio e Ideología, está lo que podemos llamar la Cultura Arquitectónica, esa fuente inagotable, que se actualiza, se cuestiona, se repiensa día a día, desde las primeras obras de los griegos hasta la reciente capillita de Nicolás Campodónico, pasando por las obras de los grandes maestros, Le Corbusier, Mies, Wright, Aalto, Breuer, Neutra… Y de hasta el más nuestro Bucho Baliero.
En síntesis, el objetivo es formar arquitectos que colaboren con mejorar la calidad de vida. Y esto significa, profesionales que frente a los problemas de sitio, de los requerimientos funcionales, frente a los recursos tecnológicos y de producción; y, a veces, también frente a los temas simbólicos, sean capaces de hacer propuestas arquitectónicas consistentes, que excedan las generalizaciones del anteproyecto.

Los ejercicios

ARQUITECTURA
La forma de trabajo es a través de ejercicios de proyecto. Que a lo largo de la curricula irán aumentando en su complejidad y profundidad. Tanto por las implicancias urbanas del sitio, la escala, la complejidad funcional, el uso apropiado de la tecnología y la propuesta constructiva como también en el grado simbólico del ejercicio propuesto, por las dificultades funcionales, de escala y de emplazamiento que presente como por la reflexión sobre el uso de la tecnología.
En el primer ciclo de AI, AII y AIII se trabaja con ejercicios donde el emplazamiento, las necesidades funcionales y los posibles sistemas constructivos utilizados sean sencillos. Así, el hincapié estará puesto en la formulación y la construcción de las ideas arquitectónicas del proyecto. En la coherencia entre la resolución funcional, la constructiva y la formal, en la formulación de la famosa trilogía vitruviana (Utilitas-Firmitas-Venustas). Y en la escala, el carácter y pertinencia del edificio y sus espacios en referencia al tema propuesto y su emplazamiento.
En el segundo ciclo formado por AIV y PA, aumenta la complejidad urbana, funcional, tecnológica y simbólica. Se incorporan programas polifuncionales con cierta carga simbólica, compromiso urbano y ambiental. Programas que exigen una toma de posición sobre su carácter. Que nos ayuden a entrenarnos en funcionamientos complejos con circulaciones diferenciadas, horizontales y verticales; estructuras especiales, con espacios de diferentes luces y escalas. Y que requieran, a su vez, el desarrollo de técnicas constructivas y el uso de materiales más elaborados.
En el caso específico de Proyecto Arquitectónico, que termina en un Jury donde fallan profesores que no son de la cátedra, se trabaja con el objetivo de llegar con la propuesta a nivel de Proyecto. Hay que recordar que en nuestro país, el título académico es a su vez el título habilitante para el ejercicio profesional. Por lo tanto esta asignatura sirve para poner a punto al estudiante tanto a nivel académico como profesional para poder asumir las responsabilidades que le deparará su profesión.
El curso, de un cuatrimestre de duración, se divide en dos etapas. Una primera se centra en la búsqueda de la o las ideas arquitectónicas que resuelvan el problema urbano-arquitectónico. La segunda es el desarrollo del anteproyecto en escalas sucesivas hasta llegar a la definición de proyecto.

PROYECTO URBANO
Hasta esta altura de la carrera los ejercicios fueron sobre edificios con mayor o menor complejidad respecto a su emplazamiento. En Proyecto Urbano el tema es el proyecto de un fragmento de ciudad. Es decir, su tejido, sus edificios significativos, su equipamiento y el diseño de su espacio público. Pero lo importante de este ordenamiento es, como dice Jorge Wertheim y Horacio Baliero, cómo hacer para convertir los espacios urbanos en lugares, es decir en espacios que provocan interés y están cargados de nuestra afectividad, en espacios donde uno se siente cobijado, informado, orientado. Espacios con calidad urbana y arquitectónica. Porque la mejor ciudad es la que se estructura a partir de una infinidad de estos lugares.
Por eso el trabajo, luego del habitual análisis del área y su entorno, se concentra en detectar cuál es el alma del sitio, lo que Aldo Rossi llamaba el genius loci del lugar, para a partir de allí hacer una propuesta potenciadora de las posibilidades de ese sector. Sin nostalgia, sin necesidad de recurrir a la mímesis formal, muy por el contrario, hay una memoria profunda a partir de la cual se deben construir nuevas versiones contemporáneas que se ajusten a las necesidades actuales y se proyecten hacia las futuras.
Es en esa memoria donde se anclan las razones del carácter, de la identidad del área, rasgo diferencial fundamental sobre todo en épocas de globalizaciones homogeneizantes.
Proponemos trabajos sobre escalas intermedias donde se pueda abordar el diseño de todas sus partes, desde la estructura urbana del sector y su integración con el resto de la ciudad, a definir las diversas tipologías edilicias, hasta el diseño de calles, veredas, plazas y otros elementos significativos. La idea es que en un camino continuo de ida y vuelta, de escala 1:10.000 a 1:1 y viceversa, la idea propuesta se pueda convertir y verificar a escala del habitante.
Año a año hemos ido entendiendo con nuestro cuerpo docente la verdadera complejidad de estos problemas y por eso cada vez reducimos más la escala de intervención, para ir más a fondo. Para alejarnos de las abstracciones y de las generalidades, y concentrarnos en diseñar lugares para la gente.

Conclusión
En resumidas cuentas, lo que intentamos enseñar en el taller es a:
Pensar edificios correctos, que funcionen bien, que sean construibles sin dificultad, que sean respetuosos del medio cultural, natural y del artificial. Y que además de todo tengan voluntad de belleza. Como decía Mies van der Rohe: “Arquitectura es un ladrillo sobre otro, con mucha cultura”. Y Adolf Loos definía al arquitecto como “el constructor que sabe latín”. Pero, para mí, hay una definición más contundente, una frase de Bucho Baliero que yo diría vale la pena siempre tenerla a mano como una brújula que nos indica el Norte.
Él decía casi con una sonrisa desafiante algo así: “La Arquitectura es fácil…, de lo que se trata es de convertir lo necesario en algo bello, en arquitectura”. E insistía con una profunda postura ética: “Solo con lo estrictamente necesario”. De eso se trata y por ese camino circula la cátedra.

“La Arquitectura es fácil…, de lo que se trata es de convertir lo necesario enalgo bello, en arquitectura”.

Bucho Baliero